Se ha ido Paco Salas. Esta mañana su maltrecho corazón no ha podido más, y se ha parado definitivamente.

Se ha ido Paco Salas, un hijo de la Virgen, un amigo y un hermano ejemplar de los que esta Hermandad necesita. Un doloroso hasta la médula.

Se ha ido Paco Salas sin que podamos ya despedirnos de él, dejándonos un dolor inmenso y un profundo vacío. Cuando parecía que se estaba recuperando bien, y que iba a salir de este trance, de repente su corazón ha dejado de latir, ese grande y doloroso corazón que Paco tenía.

Los que tuvimos la suerte de conocerle guardaremos siempre un grato recuerdo de Paco. Siempre discreto, siempre en segundo plano, pero siempre presente en los momentos clave, siempre cuando había que estar.

Ya no volveremos a verlo pidiendo en la misa, demanda de plata en mano. Ya no nos llamará más cuando salíamos de la Iglesia con la medalla de la junta, para recogerlas todas y dejarlas en la sacristía. Ya no lo veremos preparando la cera de la candelaria de la Virgen, junto a Antonio Rangel, Isabel y Manolo El Potoño, que también se nos marchó.

Se nos ha ido Paco Salas, el que estaba siempre en los cultos como un pincel, el que jaleaba animoso a los pregoneros, el de la lágrima fácil que se desvivía por su Hermandad desde niño, cuando era vecino de la Virgen, de la cercana calle Colón. El que disfrutaba de cada momento de la Hermandad y nos transmitía su felicidad con esa risa contagiosa.

Se nos ha ido uno de los héroes que asumieron el gobierno de la Hermandad en los años 70 del pasado siglo, cambiando para siempre el devenir de la Hermandad hasta lo que es hoy.

Se nos ha marchado Paco sin que podamos despedirlo como él se merece, sin que pueda cubrirse su féretro con el manto negro de la Virgen que cobija el cuerpo de nuestros hermanos, en las tristes horas de la despedida.

Se nos ha ido nuestro hermano Paco, se nos ha marchado al cielo un hombre bueno. Ahora que la tienes más cerca, Paco, pídele a la Virgen por los que nos quedamos aquí, por el fin de todos los males y porque no falte nadie más al esperado momento en que una corona de oro ofrecida por su pueblo, se pose sobre la sienes de nuestra Madre. Sabemos con seguridad que ese día lo vivirás con satisfacción y júbilo en un lugar de privilegio y que desde aquí, te recordaremos con tu personal risa y con tu saber estar en todo momento.

Descansa en Paz, hermano Paco, y cuida de Paqui, de tus hijas, de tus nietos y de todos nosotros.